miércoles, 5 de marzo de 2014

Divagando.

Todos los días suelo dejarme llevar por el enemigo mortal de todo ser racional, la mente, mi mente. Divago entre los deseos más profundos y las necesidades menos primordiales. Me dejo atrapar por la ligera corriente filosófica que perturba mis aguas mentales, mientras que poco a poco siento como me van arrastrando mar adentro, en una lucha constante de vientos, de olas, de rayos y truenos. De una y mil variables, de corrientes frías y corrientes calientes, un ''quizás sí'' y un ''quizás no'', o ''arriésgate, vale la pena'' o tal vez un ''olvídalo, no sirve de nada, estás sin duda alguna, perdiendo el tiempo.'' Algunas veces, sólo algunas, me rindo y suelto el ancla por si me arrepiento y comienzo a luchar contra la necesidad de respirar, mientras me hundo me voy ahogando con probablemente todas las nefastas pesadillas que pude haber tenido alguna vez, pensando tal vez que en algún momento llegará alguien a salvarme y a darme la confianza para luchar contra estos miedos que me ahogan, pero a medida que voy descendiendo más me voy acostumbrando al poco oxígeno que contiene mi cuerpo y al ardor de mis pulmones llenos de agua, resignandome a la idea de que nadie llegará. 
Otras veces, simplemente decido desechar cualquier tipo de pensamiento irracional para no comenzar a divagar otra vez. Pensando en la simpleza de la vida, en como dos más dos es cuatro y un 'nosotros' es real hasta que me toca despertarme y darme cuenta que la vida es un 'ahora' y no un 'después', que sus besos son tan efímeros como la temperatura del café caliente en una noche nevada o como el cigarro que es consumido por ansiedad, que su sonrisa es más sincera cuando sus ojos recorren las líneas de mi cuerpo sin censura y, finalmente, después de todos esos pensamientos, concluyo con la idea de que todo vale la pena hasta que tú sientas lo contrario. 


Quisiera poder algún día escribir más sobre la vida misma y menos sobre el amor. Pero, si yo no hablo de sus besos, de sus ojos y de su sonrisa ¿quién sabrá que algo tan confuso, como ese efecto que causa en mi, existe? En fin, otro pensamiento más, otra incoherencia más, otro tormento más.