Esta noche no busco hacer rimas, crear poesías, esta noche vengo a plasmar un sentimiento.
Un sentimiento que me recorre el cuerpo cuando sus yemas rozan aunque sea un poco mi piel, ¿quién diría que iba a llegar a sentir esto?
Las mañanas se han convertido en buenos días, acompañado del café con leche de sus ojos y ganas de comernos el mundo y comernos a nosotros.
Cuando me toma la mano, puedo imaginar una vida llena de aventuras y logros, recorriendo el mundo, explorando lo inexplorado... todo, mientras me siga sosteniendo.
Quiero declararme yonki de él, pues deseo besarle todo el rato, los labios, la cara, el cuello, las orejas, el cuerpo entero, no quiero dejar ni un sólo rincón de su piel sin el roce de mi lengua.
Y ojalá nunca deje de reír, pues no sabe la sensación a hogar que me produce verle la sonrisa ¡y cómo muero por besársela!
Dejarme abrazar por él en los días grises supone un alivio para los males, me da seguridad y tranquilidad, y vaya si es difícil hoy en día que alguien cause algo así en mi.
Agradezco que cada vez que estaba a punto de cerrar la puerta decidió volverse, cerrarla y sentarse a mi lado.