No recuerdo haberme dormido, solo recuerdo estar tumbada en el pasto verde, rodeada de lirios morados con el sol resplandeciente sintiendo como el calor me corría por los brazos, las piernas, la cara. Pero vi a lo lejos una persona acercándose, tranquilamente, con los brazos relajados a los lados, trataba de ver quién era pero el sol estaba justo en sus momentos mas resplandecientes así que, a medida que se iba acercando podía ir describiéndolo en mi mente, era alto con el pelo un poco alborotado, llevaba una camisa blanca con unos blue jeans desgastados, supongo que por su uso excesivo.
Después pude reconocer más su cara, llevaba una sonrisa blanca dibujada en la cara y unos ojos marrón claros bastante expresivos, una nariz ni tan grande ni tan pequeña.
Ahora lo veía acercarse con más rapidez y al leer sus labios pude notar que decía mi nombre, eso me exaltó y me hizo preguntarme de donde era que ese joven me conocía. Ahí fue, cuando escuché su voz gritando mi nombre que me di cuenta de quién se trataba.
Estaba más cerca. Mi corazón empezó a agitarse.
Diez metros, nueve metros, ocho, hasta llegar a dos metros. Estiró el brazo con su mano abierta que se dirigía en mi dirección y entonces, sentí el calor de sus manos recorrer mis brazos en busca de mis propias manos para entrelazarlas con las suyas, él sabía perfectamente que no me opondría a su tacto y mucho menos a unirse así.
En ese instante me jaló con delicadeza para acercarme más a él y fue cuando por fin apoyé mi cara en su pecho y mis brazos rodeándole la espalda sintiendo su calor que tanto había necesitado durante tanto tiempo. Con su gentil tacto recorría las yemas de sus dedos sobre mi espalda desprotegida por mi vestido, mientras su mano subía y bajaba sentía la electricidad recorrer mi cuerpo.
Me besó sutilmente la frente, se inclinó hacía mi oído y me susurró un leve "te extrañé" fue precisamente en ese momento que alargó su mano hasta mi barbilla, la agarró y levantó mi mirada para que nuestros ojos se encontraran.
No pude evitar que mis ojos se aguaran y que mi voz temblara, lo único que supe hacer fue besarlo pero besarlo de verdad, como si ese beso fuera el último, la despedida que nunca tuvimos.
Esperaba despertarme, no fue así.
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