Es indignante, el simple hecho de que me encuentro aquí, fúrica, queriendo romper algo, respirando profundamente para evitar llorar pues me prometí más nunca derramar ni una sola lágrima por ti.
Gracias, por hacerme entender que la persona que eres ahora, no es la persona con la que quiero estar, es ridículo cómo de un día para otro dejaste de ser esa persona con la que quería hablar todo el tiempo para ahora ser la persona con la que tengo que ''lidiar'', pasaste de ser la persona que me hacía más feliz que nadie a ahora ser la persona que me amarga con una simple respuesta. No eres ni mi mejor amigo, ni mi ''novio'', simplemente eres tú, eres a quien repelo.
No te necesito, creía que lo hacía, pero me abriste los ojos al no quererme de vuelta. Que malgastaba mi amor en alguien que sería incapaz de devolvérmelo.
No me arrepiento, porque la verdad es que era ridícula y asquerosamente feliz, fuiste la persona con la que compartí mis mejores y mis peores momentos y llegué a pensar que ibas a ser mi acompañante de vida. Estoy aquí sentada, pensando si siquiera pensaste en nosotros cuando decidiste irte o si tan sólo pensaste en ti, pensando en si tal vez, cuando me veas todo lo que sentías volverá o que simplemente lo que sentiste era tan efímero como una burbuja de jabón.
Tengo miedo de que tal vez no deje de quererte nunca, estoy escribiendo esto como si por alguna razón de la vida fueses a leerlo y estoy muy consciente de que no.
Los días sin ti no han sido ni buenos ni malos, simplemente han sido días, donde no estás, donde no estamos, donde no somos. Pasan los días y llega un momento en que es inevitable derrumbarse y simplemente buscar tus brazos y tus labios.
Te extrañaré, te querré, en silencio y sin gana de regresar.
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