martes, 27 de enero de 2015

Disculpas y Aceptación.

Vi una película de terror y no sentí miedo. Todo lo que solía temer ya llegó.
Vi una película de amor y no sentí cariño. Más bien pensé en cuánto nos deberían envidiar.
Vi una película de suspenso y no sentí paros cardíacos. Eso sólo pasaba cuando me besabas.
Vi una película de drama y no sentí angustia. La angustia personal que me domina ahora.
Vi una película de fantasía y no sentí alegría. Nada como esos momentos.
Vi una película de animación y no sentí mi niñez. ¿Dónde la habré dejado?

Ahora me pregunto ¿dónde dejaste nuestros momentos de felicidad? Decías que mientras quisieras contarme tus cosas, estar conmigo, fueses feliz a mi lado y  me quisieras, seguiría valiendo la pena, ¿acaso todo eso se desvaneció?
Pido disculpas, por haberte hecho sentir que no eras suficiente al mismo tiempo que te decía que sí lo eras, siento mucho haber dejado que esto nos pasara, y si te quieres ir, no te retendré más porque no quiero seguir anclando tu infelicidad.

No sabía lo que tenía hasta que lo perdí, y acepto que te perdí.

Gracias por todo, por los besos, por los momentos, por la amistad y por los abrazos que fueron necesarios, pero sobretodo gracias por el amor y la felicidad absoluta.

No te olvidaré. Y aquí estaré cuando decidas volver.

Estoy segura.

Solo no te tardes mucho.

lunes, 19 de enero de 2015

Biografía incoherente.

Dicen que hoy es el día más triste del año, increíblemente, lo confirmo. O tal vez, me sienta así de nuevo y lo único que quiero es buscar un culpable adyacente a mi.
Debería estar estudiando, empollando los apuntes y quemándome las pestañas, preparándome para el examen final de Introducción a la Historia pero, en cambio estoy aquí, con la ventana abierta dejando que el frío entre, escuchando los coches y el tranvía pasar, comiendo pipas Tijuana sintiendo como cada vez se me va poniendo un poquito más agrietada la lengua, escribiendo, escribiendo para mí y para las diecisiete mil personas que ya me han leído hasta ahora.
Tengo aproximadamente veinte cuatro horas preguntándome a quién podría llamar para que me escuchase, preguntándome en quién me podría refugiar hasta que el mal momento pasara, no encuentro a quién lastimosamente, por gran cantidad de razones; después recuerdo que desde siempre he sabido asumir estas cosas solas.
Me desperté en la madrugada, con un gran temor inexplicable hacia la vida y hacia la muerte, pensé en llamarlo, tal vez él sabría reconfortarme, y aún así no lo hice.
Creí despertarme con buenos y bonitos mensajes, fueron comunes y aburridos.
Fui a la universidad, entregué un trabajo de fin de cuatrimestre, me dieron la nota final, almorcé y reí con mis amigos, hasta que de repente en el tranvía de vuelta a mi casa me di el privilegio de pensar otra vez y volver a hundirme en los pensamientos de anoche.
Llegué a mi casa y no quería nada, solamente dormir y no lo logré, me veía inmersa dentro de mi mente, degradándome y haciéndome auto-críticas, comparándome y tratando de entender por qué lo hacía, hasta que pensé en hacer una biografía; mi biografía.
A medida que iba repasando la lista en mi mente llegué a la conclusión de que no soy especial. Soy ordinaria y común.
Mi pelo es oscuro y ondulado. Nada atrayente.
Mi sonrisa es salida y grande. En absoluto uniforme.
Mi cuerpo es aburrido, mis piernas y mis brazos son flacos, mi abdomen no es plano ni sexy, mi trasero sin duda no está moldeado por squats, y mi busto no es nada fuera de lo normal.
Mi actitud es chocante y poco comprensiva.
Ya no canto, ni toco cello o piano.
Ya no me escondo en los libros ni ellos me esconden a mi.
Pero supongo que a pesar de todo eso, me quiero bastante, a veces no lo suficiente para valorarme, hay días que simplemente quisiera ser de esas que a todos les gustan y que te llaman la atención a penas las ves, que te dejan sin aliento, ser algo bonita, ser algo que envidiar. Pero, me quiero. Y todas las personas deberían quererse, aunque sea un poquito, como yo, porque al final no sirve de nada que los demás te quieran si tu no lo haces.
Dejen que un día les rodee la tristeza pero al siguiente ya estén conformes con sus vidas.